segunda-feira, 3 de setembro de 2018

Cabeza de Vaca . NAUFRAGIOS



http://www.eumed.net/textos/06/naufragios.htm

Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-1559)

Nota del editor: Del libro "Naufragios" hemos seleccionado los textos en los que se describen las formas de vida, economía y relaciones sociales de las tribus de indios visitadas por Cabeza de Vaca. Desde 1527 hasta 1536 vivió como esclavo de indios, comerciante y curandero, recorriendo territorios de los actuales estados norteamericanos de Texas, Nuevo México, Arizona y Chihuahua y Sonora en el norte de México.

"Naufragios" es el título con que se conoce al informe oficial que preparó de su viaje.  Fue impreso por primera vez en Zamora en 1542  con el título La relacion que dio Aluar nuñez cabeça de vaca de lo acaescido en las Indias en la armada donde yua por gouernador Panphilo de Narbaez desde el año de veynte y siete hasta el año de treynta y seys quo bolvio a Seuilla con tres de su compañia. Fue impreso por primera vez en Zamora en 1542. Está accesible a texto completo en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com/).


VI

(..) Llegados que fuimos a vista de Apalache, el gobernador mandó que yo tomase nueve de a caballo y cincuenta peones, y entrase en el pueblo, y así lo acometimos el veedor y yo; y entrados, no hallamos sino mujeres y muchachos, que los hombres a la sazón no estaban en el pueblo; mas de ahí a poco, andando nosotros por él, acudieron, y comenzaron a pelear, flechándonos, y mataron el caballo del veedor; mas al fin huyeron y nos dejaron. Allí hallamos mucha cantidad de maíz que estaba ya para cogerse, y mucho seco que tenían encerrado. Hallámosles muchos cueros de venados, y entre ellos algunas mantas de hilo pequeñas, y no buenas, con que las mujeres cubren algo de sus personas. Tenían muchos vasos para moler maíz. En el pueblo había cuarenta casas pequeñas y edificadas, bajas y en lugares abrigados, por temor de las grandes tempestades que continuamente en aquella tierra suele haber. El edificio es de paja, y están cercados de muy espeso monte y grandes arboledas y muchos piélagos de agua, donde hay tantos y tan grandes árboles caídos, que embarazan, y son causa que no se puede por allí andar sin mucho trabajo y peligro. (..)

XV

(..) Toda la gente de esta tierra anda desnuda; solas las mujeres traen de sus cuerpos algo cubierto con una lana que en los árboles se cría. Las mozas se cubren con unos cueros de venados. Es gente muy partida de lo que tienen unos con otros. No hay entre ellos señor. Todos los que son de un linaje andan juntos. Habitan en ellas dos maneras de lenguas: a los unos llaman Capoques, y a los otros de Han; tienen por costumbre cuando se conocen y de tiempo a tiempo se ven, primero que se hablen, estar media hora llorando, y acabado esto, aquel que es visitado se levanta primero y da al otro cuanto posee, y el otro lo recibe, y de ahí a un poco se va con ello, y aun algunas veces, después de recibido, se van sin que hablen palabra. (..)

XVI

(..) Yo hube de quedar con estos mismos indios de la isla más de un año, y por el mucho trabajo que me daban y mal tratamiento que me hacían, determiné de huir de ellos e irme a los que moran en los montes y Tierra Firme, que se llaman los de Charruco, porque yo no podía sufrir la vida que con estos otros tenía; porque, entre otros trabajos muchos, había de sacar las raíces para comer de bajo del agua y entre las cañas donde estaban metidas en la tierra; y de esto traía yo los dedos tan gastados, que una paja que me tocase me hacía sangre de ellos, y las cañas me rompían por muchas partes, porque muchas de ellas estaban quebradas y había de entrar por medio de ellas con la ropa que he dicho que traía. Y por esto yo puse en obra de pasarme a los otros, y con ellos me sucedió algo mejor; y porque yo me hice mercader, procuré de usar el oficio lo mejor que supe, y por esto ellos me daban de comer y me hacían buen tratamiento y rogábanme que me fuese de unas partes a otras por cosas que ellos habían menester, porque por razón de la guerra que continuamente traen, la tierra no se anda ni se contrata tanto. Y ya con mis tratos y mercaderías entraba en la tierra adentro todo lo que quería, y por luengo de costa me alargaba cuarenta o cincuenta leguas. Lo principal de mi trato era pedazos de caracoles de la mar y corazones de ellos y conchas, con que ellos cortan una fruta que es como frísoles, con que se curan y hacen sus bailes y fiestas, y ésta es la cosa de mayor precio que entre ellos hay, y cuentas de la mar y otras cosas. Así, esto era lo que yo llevaba tierra adentro, y en cambio y trueco de ello traía cueros y almagra, con que ellos se untan y tiñen las caras y cabellos, pedernales para puntas de flechas, engrudo y cañas duras para hacerlas, y unas borlas que se hacen de pelo de venados, que las tiñen y paran coloradas; y este oficio me estaba a mí bien, porque andando en él tenía libertad para ir donde quería y no era obligado a cosa alguna, y no era esclavo, y dondequiera que iba me hacían buen tratamiento y me daban de comer por respeto de mis mercaderías, y lo más principal porque andando en ello yo buscaba por dónde me había de ir adelante, y entre ellos era muy conocido; holgaban mucho cuando me veían y les traía lo que habían menester, y los que no me conocían me procuraban y deseaban ver por mi fama. Los trabajos que en esto pasé sería largo de contarlos, así de peligros y hambres, como de tempestades y fríos, que muchos de ellos me tomaron en el campo y solo, donde por gran misericordia de Dios nuestro Señor escapé. Y por esta causa yo no trataba el oficio en invierno, por ser tiempo que ellos mismos en sus chozas y ranchos metidos no podían valerse ni ampararse. Fueron casi seis años el tiempo que yo estuve en esta tierra solo entre ellos y desnudo, como todos andaban. (..)

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