segunda-feira, 3 de setembro de 2018

He buscado trabajo en todos los puertos del mar Rojo...



RIMBAUD A LOS SUYOS

Harar, 4 de agosto de 1888

Mis queridos amigos,

Recibo su carta del 27 de junio. No tienen por qué extrañarse del retraso de la correspondencia; este lugar está separado de la costa por desiertos que los correos tardan ocho días en atravesar. Además, el servicio que une a Zeilah con Adén es muy irregular, el correo no sale de Adén para Europa y recibir respuesta, hay que contar por lo menos tres meses. Es imposible escribir directamente de Europa a Harar ya que más allá de Zeilah, que está bajo protección inglesa, hay un desierto habitado por tribus nómadas. Estamos en terreno montañoso, prolongación de los macizos abisinios, y la temperatura no se eleva nunca a más de 25 grados sobre cero, y no desciende jamás a menos de 5 grados sobre cero. Así que uno ni se hiela ni suda.

Actualmente estamos en época de lluvias. Es bastante triste. El gobierno es el gobierno abisinio del rey Ménélik, es decir, un gobierno negro-cristiano. A pesar de esto, estamos en paz y con relativa seguridad. En cuanto a los negocios, unas veces van bien, y otras mal. Se vive sin la esperanza de llegar a ser millonario. ¡En fin! Ya que es mi destino vivir en estos países...

Hay apenas una veintena de europeos en toda Abisinia, incluido este país. Vean sobre qué inmensos espacios están diseminados. El lugar donde más hay es Harar: alrededor de una docena. Soy el único con nacionalidad francesa. Hay también una misión católica con tres curas que educan a los negritos. Uno de ellos es de nacionalidad francesa como yo.

Me aburro tanto como siempre; nunca he conocido a nadie que se aburra como yo. ¿Acaso no es miserable esta existencia sin familia, sin ocupaciones intelectuales, perdido en medio de negros cuya suerte nos gustaría mejorar, mientras que ellos sólo buscan aprovecharse y nos impiden solucionar nuestros asuntos en un breve plazo? Obligados a hablar su chapurreo, a comer su asquerosa comida y a padecer un sinfín de problemas debidos a su pereza, a sus traiciones y a su estupidez.
Lo más triste no termina aquí sino en el miedo de que poco a poco uno pueda embrutecerse, aislados como estamos de toda sociedad inteligente.
Se importan sedas, algodones, táleros y algunos otros objetos: se exporta café, caucho, perfumes, marfil, oro que viene de muy lejos, etc. Los negocios, aunque importantes, no son suficientes para mi actividad, y se reparten entre todos los europeos perdidos en estas vastas regiones. Les saludo sinceramente. Escríbanme.

RIMBAUD.



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Además
Rimbaud: Cartas abisinias


 (.)

RIMBAUD A LOS SUYOS
Adén, 17 de agosto de 1880

Queridos amigos,
Dejé Chipre con 400 francos después de casi dos meses de los altercados que tuve con el pagador general y mi ingeniero. Si me hubiera quedado, podría haber conseguido una buena situación al cabo de unos meses. Pero no obstante puedo regresar.

He buscado trabajo en todos los puertos del mar Rojo, en Djeddah, Souakim, Massaouah, Hodeidah, etc. Vine aquí después de haber intentado encontrar algo en Abisinia. Caí enfermo al llegar. De momento, estoy empleado en un comercio de café aunque sólo por siete francos. Cuando tenga algunos centenares de francos más, me iré a Zanzíbar, donde, según dicen, hay más posibilidades.
Denme noticias suyas

RIMBAUD.

Adén-camp

El franqueo es más de 25 céntimos. Adén no pertenece a la Unión Postal.

A propósito, ¿me han enviado los libros a Chipre?

(.)

Adén, 2 de noviembre de 1880
Queridos míos:

Seguiré aquí un tiempo, aunque me han contratado para otro
trabajo al que tengo que transferirme en breve. La sociedad ha
abierto una sucursal en Harar, que en un mapa veréis que se sitúa
al sudeste de Abisinia. Desde allí se exporta café, pieles, caucho, etcétera,
que se adquieren a cambio de telas de algodón y mercancías
varias. Es un país muy saludable y, gracias a la altitud, fresco. No
tiene carreteras ni prácticamente vías de comunicación. Para ir desde
Adén hasta Harar, primero hay que ir por mar de Adén a Zeila,
una ciudad portuaria de la costa africana; desde allí hasta Harar son
veinte días de convoy.

El señor Bardey, uno de los propietarios de la sociedad, ha hecho
un primer viaje, ha abierto una sucursal y se ha llevado consigo mucha
mercancía. Estaré a las órdenes de un encargado al que ha dejado
allí. Estoy contratado desde el 1 de noviembre con un sueldo de 150
rupias mensuales, que son 330 francos, o sea, 11 francos al día, más la
comida, los gastos de viaje y un 2 % de los beneficios. No saldré para
allá antes de un mes o seis semanas ya que tengo que llevarme una
cantidad importante de dinero de la que aún no dispongo. Huelga
decir que allí solo se puede ir armado y a riesgo de perder la vida a
manos de los gallas, por más que este no sea un gran riesgo.
Debo pediros un pequeño favor que, como ahora no estaréis muy
ocupados, no os causará muchas molestias. Se trata de enviarme
unos libros. Escribiré a la sucursal de Lyon para que os manden
100 francos.

(.)

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