quinta-feira, 22 de novembro de 2018

Su comienzo, su invención o su primera venida no adviene antes de la frase que cuenta justamente este acontecimiento. El cuento (le récit) solo la venida de lo que él cita, recita, verifica o describe. Nos cuesta discernir -en verdad es indecidible- la fase contada y la fase contante) que se inventa inventando el cuento de su invención.



Fábula, es simultáneamente, gracias a un giro de la sintaxis una especie de performativo poético que describe y efectúa, sobre la misma línea, su propio engendramiento. Todos los performativos no son reflexivos, de alguna manera, no se describen, no se constatan como performativos en el momento en que ellos tienen lugar. Este lo hace, pero su descripción constativa no es otra que la performativa misma. “Por la palabra por comienza pues este texto”. Su comienzo, su invención o su primera venida no adviene antes de la frase que cuenta justamente este acontecimiento. El cuento (le récit) solo la venida de lo que él cita, recita, verifica o describe. Nos cuesta discernir -en verdad es indecidible- la fase contada y la fase contante) que se inventa inventando el cuento de su invención. El cuento se da a leer, es una leyenda puesto que lo que cuenta no tiene lugar ni antes ni fuera de él, que produce el acontecimiento que cuenta: pero es una fábula legendaria o una ficción en un solo verso y dos versiones o dos vertientes del mismo. Invención del otro en el mismo -y hacia el mismo de todos los lados de un espejo cuyo estaño no puede ser tolerado. El segundo caso de la palabra “por”, cuya tipografía misma cita el primer caso, incipit absoluto de la fábula, instituye una repetición o una reflexibilidad originaria que, al dividir el acto inaugural al mismo tiempo es evento inventivo y relación o archivo de invención, permiténdole también desplegarse para no decir nada más que lo mismo, él mismo, invención dehiscente y replegada del mismo, en el instante en que tiene lugar. Y ya se anuncia, como sufrimiento, el deseo del otro -y de romper un espejo. Pero el primer “por”, citado por el segundo, pertenece en verdad a la misma frase que él, es decir, a la que constata la operación o el evento: que sin embargo no tiene lugar más que por la cita descriptiva y en ningún otro lado, ni antes que ella. En esta terminología de la speech act theory, se diría que el primer “por” está utilizado (used), el segundo citado o mencionado (mentioned). Esta distinción parece pertinente cuando se la aplica a la palabra “por”. ¿Lo es todavía en la escala de la frase entera?. El “por” utilizado forma parte de la frase mencionante pero también mencionada, en un momento de la cita, y es así que está utilizado, lo que cita la frase, no es nada más, de por en por, que ella misma que está por citarse, y los valores de uso no son en ella más que sub-conjuntos del valor de mención. El acontecimiento inventivo es la cita y el cuento. Dentro del cuerpo de un solo verso, sobre una sola línea dividida, el acontecimiento de un enunciado confunde dos funciones absolutamente heterogéneas, “uso” y “mención”, pero también heterorreferencia y autorreferencia, alegoría y tautogoría. ¿No está ahí toda la fuerza inventiva, el golpe de esta fábula?. Pero esta vis inventiva no se distingue de cierto juego sintáctico con los lugares, es también un arte de la disposición.

Post Scriptum

FIRMA (LOGO-MARCA Y LOGO-CENTRISMO_
( ...) Dejar a este nuevo concepto el viejo nombre de escritura, es mantener la estructura de injerto, el paso y la adherencia indispensable para una intervención efectiva en el campo histórico constituido. Es dar a todo lo que se juega en las operaciones de deconstrucción la oportunidad y la fuerza, el poder de la comunicación.
Pero habremos comprendido lo que es evidente, sobre todo en un coloquio filosófico: operación diseminante separada de la presencia (del ser) según todas sus modificaciones, la escritura, si hay una, comunica quizá, pero no existe, ciertamente. O apenas, para los presentes, bajo la forma de la más improbable firma.
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Sí, por supuesto, todos los días. Los efectos de firma son la cosa más corriente del mundo. Pero la condición de posibilidad de estos efectos es simultáneamente, una vez más, la condición de su imposibilidad, de la imposibilidad de su pureza rigurosa. Para funcionar, es decir, para ser legible, una firma debe poseer una forma repetible, iterable, imitable; debe poder desprenderse de la intención presente y singular de su producción. Es su mismidad lo que, alterando su identidad y su singularidad, divide el sello. He indicado ya hace un instante el principio de este análisis.
Para concluir estas palabras sin rodeos:
1) en tanto que escritura, la comunicación, si se quiere conservar esta palabra, no es el medio de transporte del sentido, el intercambio de las intenciones y del querer-decir, el discurso y la «comunicación» de las consciencias. No asistimos a un final de la escritura que restauraría, siguiendo la representación ideológica de Mac Luhan, una transparencia o una inmediatez de las relaciones sociales, sino al despliegue histórico cada vez más poderoso de una escritura general de la cual el sistema del habla, de la consciencia, del sentido, de la presencia, de la verdad, etc., no sería sino un efecto, y como tal debe ser analizado. Este es el efecto puesto en tela de juicio que yo he llamado en otra parte logocentrismo.
2) el horizonte semántico que habitualmente gobierna la noción de comunicación es excedido o hecho estallar por la intervención de la escritura, es decir, de una diseminación que no se reduce a una polisemia. La escritura se lee, no da lugar, «en última instancia», a un desciframiento hermenéutico, a la clarificación de un sentido o una verdad.

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