Haga bailar los ojos
a fuego lento surge la luz
el aroma de una niebla lejana
a palpitar tal vez y a vivir en el humo
golpe del mar y luna
sabía sonreír, y
como un ejemplo
tras otro,
sin saber cuál es la moraleja,
porque de tantas vidas que tuve
la continua sucesión de
frutas en las calles,
pensamientos en las arenas
y el resultado es el siguiente:
mejor no me pregunten nada:
toquen aquí,
y verán cómo me palpitan
los dientes literarios
y el dios impregnado
de las cerradas noches manantiales
Amor, ahora nos vamos a la casa
K.M.
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