żQué hacer? Una historia reciente aportaba enseńanzas teóricas. La antítesis entre historicismo y estructuralismo volvía a actualizar el debate entre génesis y estructura, o psicología y filosofía, que Husserl había afrontado en su momento, y la dialéctica prometía resolver las contradicciones, transformándolas en etapas de un itinerario. Cuando Husserl comienza a trabajar (su primera publicación como filósofo y no como matemático es la Filosofía de la aritmética, de 1891), por una parte, se encuentran el historicismo y el psicologismo; por la otra, Frege, en la lógica, y Marty, en la lingüística, que proponen, respectivamente, un imperio de los pensamientos puros, independiente de cualquier sujeto concreto, y una forma de estructuralismo.
Con respecto a esta controversia, el argumento de base de Husserl adopta esta tonalidad: las estructuras ideales tienen una génesis, que de todas formas no compromete su carácter ideal y absoluto. En ello estriba el punto básico de Derrida,[vi] que retrotrae cincuenta ańos el debate en pleno desarrollo entonces, y muestra que la necesidad de integrar la estructura con la génesis ya estaba enteramente presente en Husserl, quien precisamente mediante la integración entre génesis (esto es, Ťhistoriať) y estructura (esto es, Ťideať) había salvado los derechos de una filosofía como ciencia rigurosa, en oposición a los relativistas de su época. Puede volver a intentarse el experimento, adaptándolo a la nueva circunstancia.
En esta opción, el joven Derrida obviamente no está solo. Si buscamos el elemento común de la crítica que Piaget, Merleau-Ponty y Ricoeur dirigían en esos ańos al estructuralismo y a la fenomenología, lo encontraremos en la necesidad de integrar la estructura con una consideración genética, sin por ello renunciar a la dimensión estructural o ideal. żY en qué consiste —sugiere Derrida— esta necesidad, sino en la demanda de conciliar los contrarios, vale decir, de una dialéctica en la cual génesis y estructura puedan estar igualmente representadas?
I.2 Dialéctica en la fenomenología
I.2.1 El carácter irreducible de la génesis
LAS TRES ETAPAS DE HUSSERL. El problema de la génesis en la filosofía de Husserl es una monografía en tres partes que separa las etapas del problema de la génesis en el itinerario completo de Husserl en busca de un motivo común: la definición de la dialéctica que media entre historia y estructura, condensada en el motivo de la Ťgénesisť; en este caso, el origen de las estructuras y, en especial, de las estructuras ideales de la ciencia.
La primera parte corresponde al surgimiento del problema. Husserl, que se ha formado como matemático pero está influenciado por la reducción de la lógica a psicología propuesta por John Stuart Mill, propone una explicación genética y antiplatónica de las idealidades matemáticas, a las que hace depender de la psicología: en resumen, el número es fruto de nuestra mente; y personas con mentes diferentes de las nuestras tendrían números diferentes de los nuestros, o no tendrían número alguno.
Después de la caída de este planteo, debida (al menos en parte, visto que Husserl ya había empezado a rever sus propias posiciones) a la demoledora crítica de Frege a la Filosofía de la aritmética, se hace presente la tentación logicista. Es la segunda etapa de Husserl y la segunda sección de la Memoria, que examina el trayecto que lleva desde las Investigaciones lógicas de 1900-01 a las Ideas de la década siguiente. Aquí, Husserl, con una tajante inversión de rumbo, acomete la formulación de una lógica pura, lo que dentro de ese contexto significa la búsqueda de una lógica completamente depurada de cualquier elemento psicológico y genético.
Pese a todo, el trabajo de Husserl, que se empeńa en la radical disociación de la estructura respecto de la génesis, va rumbo a un fracaso, en cuanto sufre las consecuencias de la imposibilidad de una reducción de lo empírico a la esfera de lo trascendental. Una vez alcanzado ese punto, se abre la tercera etapa, donde el motivo histórico y genético vuelve a entrar de modo potente en la trama husserliana. Lo que cuenta ahora es la búsqueda de una genealogía de la lógica (así se lee en el subtítulo de Experiencia y juicio, publicado póstumamente en 1939, pero que reelabora manuscritos de los anos veinte). Es cuestión de arraigar las estructuras formales en el mundo, sin por ello reducirlas a su origen empírico —ya sea contar, en la aritmética, o hallar formas en el espacio físico, en la geometría—y, por sobre todo, sin reducir la esfera del a priori únicamente al ámbito de la matemática.
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