quinta-feira, 22 de agosto de 2019

DEL ESPÍRITU. HEIDEGGER Y LA PREGUNTA (Parte 5) JACQUES DERRIDA Traducción de Manuel Arranz (modificada por Horacio Potel). Edición digital de Derrida en castellano.


V

Es la ley de las comillas. De dos en dos montan guardia: en la frontera o delante de la puerta, agentes de aduana en cualquier caso, y ya se sabe que estos lugares son siempre dramáticos. El dispositivo se presta a la teatralización, a la alucinación también de una escena y de su tramoya: dos pares de pinzas mantienen en suspensión una especie de colgadura, un velo o un telón. No está cerrado, sino ligeramente entreabierto. Partimos del tiempo de esta suspensión, seis años, del suspense del espectador y de la tensión congénita a un género. Luego, de golpe -de un solo golpe y no de tres- la retirada de las comillas marca la subida del telón. Sorpresa desde la obertura: asistimos a la entrada en escena del espíritu en persona, a menos que no delegue, una vez más, en su espectro, es decir en su Geist.
En efecto, seis años después, 1933, aparece el Discurso del Rectoradola subida del telón, el espectáculo también de la solemnidad académica, la brillantez de la puesta en escena para festejar la desaparición de las comillas. El espíritu entre bastidores esperaba su hora. Por fin aparece. Se presenta. El espíritu en personael espíritu en su espíritu y con todas las letras, el Geist se afirma sin comillas. Se afirma a través de la autoafirmación de la universidad alemana. La afirmación del espíritu se inflama. Y si digo que se inflama no es únicamente para evocar el énfasis del Discurso del Rectorado cuando celebra el espíritu, tampoco en razón de lo que una referencia a la llama pudiera aclarar del terrible momento que está a punto de invocar sus espectros en medio de este teatro, sino porque veinte años más tarde, exactamente veinte años, Heidegger dirá del Geistsin el cual es imposible pensar el Mal, que no es en principio ni pneuma ni spiritusde lo que no tenemos más remedio que sacar la siguiente conclusión: el Geist está tan ausente de la Grecia de los filósofos como de los Evangelios, por no hablar de la sordera romana: el Geist es llama. Y esto sólo puede decirse, y por lo tanto pensarse, en alemán.
¿Cómo explicar esta inflamación, y esta inflación repentina del Geist? Sein und Zeit era la prudencia retorcida, la severa economía de una escritura que mantenía la declaración en la disciplina de unas marcas muy controladas. ¿Cómo Heidegger cae ahora en el fervor elocuente, en la proclamación a veces un poco edificante que dedica a la autoafirmación de la universidad alemana? ¿Dónde está el salto de la una a la otra? ¿Qué es lo que, no obstante, se confirma y se continúa de una a otra?
Cada palabra del título, die Selbstbehauptung der deutschen Universitätestá atravesada, transida, iluminada, determinada (bestimmt),quiero decir a la vez definida y destinada, convocada por el espíritu. La autoafirmación, ante todo, sería imposible, no se entendería, no sería lo que es si no fuera del orden del espíritu, el orden mismo del espíritu. La palabra francesa «orden» designaría a la vez el valor de mandato, de ductor o conducción, la Führungy el valor de misión: el acatamiento a la orden recibida. La autoafirmación quiere decir (y este querer hay que subrayarlo) la afirmación del espíritu a través de la FührungEsta es una conducción espiritual, por descontado, pero el Führerel guía -en este caso el Rector- declara su impotencia para conducir, en tanto no sea él mismo conducido por la inflexibilidad de una orden, por el rigor e incluso la rigidez directriz de una misión (Auftrag). Esta misión es ahora también una misión espiritual. Por consiguiente, conducida de guía en guía, la autoafirmación de la universidad alemana sólo será posible a través de aquellos que conducen porque ellos mismos son conducidos, dirigentes dirigidos por la afirmación de esta misión espiritual. Más adelante, descubriremos un vínculo entre esta afirmación y determinado pensamiento del consentimiento, del compromiso en forma de respuesta, de conformidad responsable, de acuerdo o de confianza (Zusage), una especie de reciprocidad de la palabra empeñada. Anterior a cualquier pregunta y para hacer posible la pregunta misma.
El carácter alemán de esta universidad no es un predicado secundario o contingente, como tampoco puede disociarse de esta afirmación del espíritu. Desde la más alta instancia de una institución erigida, desde esa «escuela superior» (hohe Schule) dirigida desde las alturas a los más altos fines, el espíritu no puede dejar de afirmarse a sí mismo. Y esto, como vamos a tener ocasión de oír, en el movimiento de una autentificación o de una identificación que pretenden ser exclusivamente alemanas.
Desde las primeras palabras del DiscursoHeidegger subraya él mismo el adjetivo «espiritual» (geistig). Pone así el primer acento sobre una palabra, que yo subrayaré a mi vez siguiendo la traducción de Gérard Granel: no sólo porque es la primera palabra acentuada por Heidegger, sino porque este adjetivo, geistiges la palabra que, veinte años más tarde, será opuesta a geistlichEsta última ya no tendrá nada ni de platónico-metafísica, ni de cristiano-metafísica, mientras que geistigdirá entonces Heidegger, por su cuenta y no en el contexto de algún comentario sobre Trakl, continúa presa en las oposiciones metafísico-platónico-cristianas de uno y otro lado, de lo bajo y de lo alto, de lo sensible y de lo inteligible. Y sin embargo, en el Discurso del Rectoradola Geistigkeit a la que hace referencia Heidegger se opone ya a «la interpretación teológico-cristiana del mundo que ha venido después» (Die nachkommende christlich-theologische Weltdeutung).[xxix] Pero no se trata todavía de Geistlichkeit¿Es una simple incoherencia terminológica, un ajuste verbal que requiere cierto tiempo? En cierto modo, sin duda, pero no creo que las cosas sean tan sencillas.
Veamos, pues, el primer párrafo del Discurso del Rectoradola retirada de las comillas que se produce, el levantamiento del telón que da paso al primer acto, la celebración inaugural del espíritu: cortejo, procesión académica, con el espíritu a la cabeza, y en lo más alto, pues él es el que guía a aquellos que están destinados a guiar. Precede, previene e indica la dirección a seguir -al spiritus rector(cuyas directrices hoy se conocen mejor) y a aquellos que le siguen:

La aceptación del rectorado es el compromiso de dirigir espiritualmente esta escuela superior (die Verpflichtung zurgeistigen Führung dieser hohen Schule)La comunidad de los que siguen, profesores y alumnos, sólo se despierta y fortalece arraigando auténticamente y en común en la esencia de la Universidad alemana. Pero esta esencia sólo alcanza claridad, el rango y el poder que le son propios, si ante todo y en todo momento los guiadores [Führerprefiero «guía» a «guiador», palabra bastante rara, tal vez un neologismo, que corre el riesgo de hacer olvidar que Führer es una palabra muy común en Alemania] son ellos mismos guiados -guiados por lo inexorable de esa misión espiritual (jenes geistigen Auftrags) que obliga al destino del pueblo alemán a tomar la impronta de su historia.[xxx]

Esta última frase habla, por tanto, de la impronta (Gepräge) grabada en el destino del pueblo alemán. Motivo tipológico, y hasta onto-tipológico, diría Lacoue-Labarthe. Su recurrencia en el Discurso del Rectorado debe ser cuestionada retrospectivamente a la luz de la carta a Jünger (Zur Seinsfrage) y de todo aquello que se relacione con la actualización moderna de la subjetividad. No puedo enzarzarme ahora en este problema, pero sí observar que la figura de la impronta aparece aquí asociada, puntual y esencialmente, a la de la fuerza. Heidegger dice a menudo Prägekraft[xxxi] o prägende Kraft.[xxxii] Por tanto, la fuerza aparecerá tan puntualmente, tan esencialmente asociada al espíritu, como éste aparezca en lo sucesivo ensalzado sin comillas.
En medio del Discursopor primera vez, que yo sepa, (sólo volverá a hacerlo- dos veces más, en los textos sobre Schelling y sobreTrakl), Heidegger propone una definición del espíritu. Convenientemente expuesta en los términos de una definición: S es P. Y sin ningún género de dudas, Heidegger asume la responsabilidad de la definición. No está mencionando el discurso del otro. Tampoco habla del espíritu según Descartes, Hegel o más tarde Schelling o Hölderlin, ligando esta determinación predicativa a una serie de razones de las que no necesito subrayar su importancia. Citaré cuatro para preparar la lectura de esta definición.
1. Tenemos, en principio, el cuestionamientoel Fragen que manifiesta aquí -y se manifiesta a sí mismo- la voluntad, voluntad de saber y voluntad de esencia. Antes incluso que la definición del espíritu, que la reafirma, esta voluntad ya había sido afirmada previamente en el Discurso:

La voluntad de la esencia de la Universidad alemana es voluntad de ciencia en el sentido de aceptar la misión espiritual histórica del pueblo alemán (Wille zum geschichtlichen geistigen Auftrag des deutschen Volkes)pueblo que se conoce a sí mismo en su Estado. Ciencia y destino alemán deben, en esta voluntad de esencia, llegar al mismo tiempo al poder (Macht) (p. 7)

2. A continuación, tenemos el mundotema central de Sein und ZeitComo una instancia del Fragen , marca la continuidad profunda que hay entre Sein und Zeit y el Discurso.
3. Tenemos también, siempre ligado a la fuerza, el tema de tierra-y-raza«erd- und bluthaften Kräfte als Macht» . . .
4. Tenemos por fin, y sobre todo, todavía en continuidad esencial e interior con Sein und Zeitla Entschlossenheitla resoluciónla determinación, la decisión que da su posibilidad de apertura a la Eigentlichkeitla propiedad auténtica del Dasein.
Veamos ahora este párrafo capital, con estas cuatro determinaciones del espíritu:
Si queremos la esencia de la ciencia, en el sentido de ese firme mantenerse, cuestionando (fragenden) y al descubierto, en medio de la inseguridad de la totalidad del enteentonces esta voluntad esencial instituye para nuestro pueblo un mundo suyo del más íntimo y extremo riesgo, es decir, su verdadero mundo espiritual (seine wahrhaft geistige Welt: geistige está subrayado). Pues «espíritu» [entre comillas, pero esta vez para recordar, en una definición todavía negativa, al espíritu del que hablan los otros], no es ni la sagacidad vacía, ni el juego de ingenio que a nada compromete [Spiel des Witzesesta distinción entre el espíritu y el juego de palabras, entre Geist y Witz, recuerda al Kant de la Antropologíacuando observa que un rasgo del espíritu francés se manifestaba en que el idioma francés sólo cuenta con una palabra, la palabra «esprit» para designar Witz yGeist]ni el ejercicio sin fin del análisis intelectual, ni una razón universal [probable alusión a Hegel], sino que espíritu es el decidirse por la esencia del ser (ursprünglich gestimmte, wissende Entschlossenheit zum Wesen des Seins)con una resolución originariamente templada y consciente. Y el mundo espiritual (geistige Welt, subrayado) de un pueblo no es una superestructura cultural como tampoco un arsenal de conocimientos y valores utilizables, sino que es el poder que más profundamente conserva las fuerzas de su raza y de su tierra, y que, como tal, más íntimamente excita (Macht der innersten Erregung) y más ampliamente conmueve su existencia (Dasein). Sólo un mundo espiritual (Eine geistige Welt allein) garantiza al pueblo la grandeza; pues obliga a que la permanente decisión entre la voluntad de grandeza y el dejarse llevar a la decadencia (des Verfalls), sea la ley que rige la marcha que nuestro pueblo ha emprendido hacia su historia futura.[xxxiii]

El ensalzamiento corresponde propiamente, literalmente, a una exaltación de lo espiritual. Es una elevación. No se trata únicamente del tono kerygmático, de la proclamación o de la declamación; sino de una exaltación en la que se declara y se erige lo más alto. Como ha sucedido siempre, lo profundo y lo altivo se alían en lo más alto: lo más alto de aquello que guía a los guías espirituales de die hohe Schule y la profundidad de las fuerzas de tierra y de raza. Pues es precisamente en ellas en lo que consiste el mundo espiritual. Y si hay algo claro en esta exaltación, es que el espíritu ya no tiene el sentido de la subjetividad metafísica. Ninguna contradicción, desde este punto de vista, con Sein und ZeitEl espíritu no pertenece a la subjetividad, al menos en su forma física o egológica, pues no es seguro que el tosco voluntarismo de ese Discurso no siga preso en la susodicha época de la subjetividad.
Otra cosa parece también clara: en un sentido que se pretende evidentemente no hegeliano, la historicidad está inmediata y esencialmente determinada como espiritualidad. Y lo que es válido para la historia es válido para el mundo. Heidegger asocia en varias ocasiones, mediante un guión, los adjetivos geistig geschichtlich: geistig-geschichtlich es el Dasein[xxxiv] geschichtlich-geistig el mundo.[xxxv] Esta asociación será constante, dos años más tarde, en la Introducción a la metafísicaPero volviendo al Discursoy para continuar siguiendo el rastro de la pregunta y de su privilegio, insistiré sobre este punto: la unión, el guión entre espíritu e historia juega un papel muy significativo en un pasaje que hace del Fragen la asignación misma del espíritu. La pregunta es pregunta del espíritu o no es:

Este concepto originario de ciencia obliga no sólo a la «objetividad» («Sachlichkeit»), sino, ante todo, a que sea esencial y sencillo el cuestionar (des Fragens) en medio del mundo histórico-espiritual del pueblo (inmitten der geschichtlich-gestigen Welt des Volkes)Más aún, sólo desde ahí es posible fundar auténticamente la objetividad, esto es, delimitar cuál es su tipo y cuáles sus límites (ibid.).

La autoafirmación de la Universidad alemanacada palabra del título, decíamos, está transida por el ensalzamiento y la exaltación de ese espíritu. Acabamos de ver cómo la fuerza de su impronta marca la autoafirmación, sellando al mismo tiempo el ser-alemán del pueblo y de su mundo, es decir su Universidad como voluntad de saber y voluntad de esencia. Queda todavía por confirmar que la misma impronta espiritual se inscriba en la organización académica, en la legislación de las Facultades y los Departamentos, en la comunidad (Gemeinschaft)de profesores y alumnos:

La Facultad sólo es Facultad cuando desarrolla una capacidad de legislación espiritual (gesitiger Gesetzgebung),arraigada en la esencia de su ciencia, para integrar los poderes de la existencia (Mächte des Daseins), que la constriñen en ese único mundo espiritual del pueblo (die eine geistige Welt des Volkes) (ibid).

En cuanto a lo que regula y encomienda el espíritueste Discurso propone al menos tres lecturas, tres evaluaciones o, mejor aún, tres protocolos de interpretación.

1. En la medida en que él contrafirma la asignación del espíritu, el autor de este discurso, como tal, no puede sustraerse a ninguna responsabilidad.
Su discurso es ante todo el de la respuesta y la responsabilidad. Responsabilidad propiamente asumida, incluso reivindicada ante diferentes instancias. Éstas están todas asociadas entre sí, en tanto en cuanto se unan al espíritu. El espíritu escribe su guión de unión. Un guión con el mundo, la historia, el pueblo, la voluntad de esencia, la voluntad de saber, la existencia del Dasein en la experiencia de la pregunta.

2. Esta responsabilidad se ejerce, no obstante, siguiendo una estrategia. Retorcida, o al menos doble, la estrategia puede siempre reservar más de una sorpresa a aquel que cree controlarla.
Por una parte, Heidegger confiere así la legitimidad espiritual más tranquilizadora y más elevada a todo aquello y a todos aquellos con los que se compromete, a todo lo que garantiza y consagra de este modo a semejante altura. Podría decirse que espiritualiza el nacionalsocialismo. Y podría reprochársele, como él reprochará más tarde a Nietzsche el haber exaltado el espíritu de venganza en un «espíritu de venganza espiritualizado al extremo» (ein höchst vergeistigter Geist der Rache).[xxxvi]
Pero, por otra parte, corriendo el riesgo de espiritualizar el nazismo, tal vez quiso rescatarlo o salvarlo estigmatizándolo con esa afirmación (la espiritualidad, la ciencia, el cuestionamiento, etc.). Todo esto, al mismo tiempo, demarca el compromiso de Heidegger y suspende una adhesión. Este discurso parece no pertenecer ya únicamente al terreno «ideológico» en el que se convocan fuerzas obscuras, fuerzas que no serían espirituales, sino naturales, biológicas, raciales, de acuerdo con una interpretación, no precisamente espiritual, de «tierra y raza».

3. La fuerza a la que Heidegger alude, y a la que vuelve en la conclusión, cuando habla del destino de Occidente, es por tanto una «fuerza espiritual» (geistige Kraft). Por otra parte, volveremos a encontrar, aunque desplazada, esta temática del espíritu y de Occidente en el texto sobre Trakl.
¿Cuál es el precio de esta estrategia? ¿Por qué se vuelve fatalmente contra su «sujeto», si puede decirse así, que es precisamente como debe decirse? Porque uno no puede demarcarse del biologismo, del naturalismo, del racismo en su forma genética, uno no puede oponerse a ellos más que reinscribiendo el espíritu en una determinación oposicional, haciendo de él de nuevo una unilateralidad de la subjetividadaunque sea en su forma voluntarista. La coacción de este programa sigue siendo muy fuerte. Gobierna la mayoría de los discursos que, hoy en día y seguramente por mucho tiempo todavía, se oponen al racismo, al totalitarismo, al nazismo, al fascismo, etc., y lo hacen en nombre del espíritu, incluso de la libertad del espíritu,[xxxvii] en nombre de una axiomática -por ejemplo la de la democracia o la de los «derechos humanos»- que, directa o indirectamente, desemboca en esa metafísica de la subjetividad. Todas las trampas de la estrategia demarcadora pertenecen a este mismo programa, no importa el lugar que ocupen. Sólo puede elegirse entre las aterradoras contaminaciones que el programa establece. Y aunque todas las complicidades no sean equivalentes, son irreductiblesLa cuestión de saber cuál es la menos grave de estas complicidades se plantea siempre, nunca se insistirá suficientemente sobre su urgencia y su gravedad, pero no suprimirá jamás la irreductibilidad de este hecho. Este «hecho», por descontado, no es únicamente un hecho. En principio, y aunque sólo fuera por eso, porque de hecho todavía no ha tenido lugar el hechoexige más que nunca, después de los desastres pasados, y por lo que pudiera suceder, responsabilidades de «pensamiento» y de «acción» absolutamente inéditas. Y esto es lo que deberemos intentar designar, o incluso nombrar y empezar a analizar aquí.
En el Discurso del Rectorado no se corre únicamente este riesgo. Si su programa parece diabólico es porque, sin que haya aquí nada fortuitocapitaliza lo peor, a saber, los dos males a la vez: la caución con respecto al nazismo y el gesto todavía metafísico. Este equívoco se debe también, tras la trampa de las comillas de las que nunca tendremos la medida justa (siempre hay demasiadas o demasiado pocas), a que el Geist está permanentemente asediado por su Geistun espíritu, dicho de otro modo, tanto en francés como en alemán, un fantasma sorprende siempre cuando aparece [à revenir] como ventrílocuo de otro. La metafísica regresa [revient] siempre, en el sentido de que resucita, [je l’entends au sens du revenant] y el Geist es la figura más fatal de esta resurrección. [revenance] El doble que no podemos nunca separar del uno. [simple]
Lo que Heidegger finalmente no podrá nunca evitar (vermeiden), lo inevitable mismo, ¿no es acaso ese doble del espíritu, el Geistcomo Geist del Geistel espíritu como espíritu del espíritu que viene siempre con su doble? El espíritu es su doble.
De cualquier manera que se interprete esta equivocidad temible, está inscrita, para Heidegger, en el espíritu. Es del espíritudirá hablando del mal espiritual en el texto sobre Trakl. Pero lo señala ya, de un modo distinto, al principio de la Introducción a la metafísicados años después del Discurso del Rectorado.
Del mismo modo que, a pesar de la sorpresa, del levantamiento del telón o la retirada de las comillas, el Discurso insiste y confirma lo esencial de Sein und Zeitla Einführung (1935) repite la invocación del espíritu lanzada en el DiscursoInsiste en ella, la explica, la extiende, la justifica, la precisa, la rodea de precauciones inéditas.
La retórica, evidentemente, no es la de un tratado como Sein und Zeitni la de un discurso inaugural y enfático, como el Rektorats RedeSe trata de un discurso didáctico que participa de los dos géneros a la vez. Lo mismo que en 1933, tampoco ahora rehabilita el concepto de espíritu deconstruido en Sein und ZeitPero es todavía en nombre del espíritu, de aquel que guía en la resolución hacia la pregunta, la voluntad de saber y la voluntad de esencia, como el otro espíritu, su doble malo, el fantasma de la subjetividad se encuentra conjurado por vía de la Destruktion.
Esta duplicidad ¿se confunde con la equivocidad o la ambigüedad que recuerda Heidegger al principio de la Introduccióncuando habla de la Zweideutigkeit en la que se mantiene «toda forma esencial del espíritu»?[xxxviii] Cuanto más singular es una cara del espíritu, más tentado está uno a dejarse engañar por ella, por comparación y por confusión. Ahora bien, la filosofía es una de las formas esenciales del espíritu: independiente, creadora, rara entre las posibilidades y las necesidades del Dasein humano en su historialidad. En razón mismo de su esencial rareza, una singularidad exige siempre las equivocaciones, como la Zweideutigkeit exige la MissdeutungLa primera falsa interpretación consiste en exigir en principio, conocemos bien este programa todavía hoy, que la filosofía procure al Dasein y a la época de un pueblo los fundamentos de una cultura, después en denigrar a la filosofía cuando deja de servir desde este punto de vista y deja de servir a esa cultura. Segunda expectativa, segunda equivocación: esta cara del espíritu, la filosofía, debe procurar por lo menos sistema, sinopsis, visión del mundo (Weltbild), mapamundi (Weltkarte), una especie de compás de orientación universal. Si la filosofía no puede fundar la cultura, que aligere al menos y facilite el funcionamiento técnico-práctico de las actividades culturales, que alivie también a la ciencia descargándola de una reflexión epistemológica sobre sus presupuestos, sus conceptos y sus principios fundamentales (GrundbegriffeGrundsütze). ¿Qué se espera del filósofo? que sea el funcionario de lo fundamental. Más actuales que nunca, estos malentendidos son perpetrados, observa Heidegger (¿y quién se atreverá a negárselo?), por los profesores de filosofía.
Autoafirmación o autopresentación del espíritu: todo lo que el Discurso del Rectorado anuncia, vuelve a aparecer citado en la Einführung... Hasta el título mismo y el nombre de Einführung..., podría decirse. La asignación de la pregunta se asocia inmediatamente a la de la llamada Führung espiritualLa Einführung... se inicia con una meditación sobre la pregunta o, para ser más exactos, con una introducción a la preguntasobre aquello que introduce, induce y conduce más allá de la pregunta, el Hineinführen in das Fragen der Grund-frage.[xxxix]
No hay más cuestionamiento que en la experiencia de la pregunta. Las preguntas no son cosas, como el agua, la piedra, los zapatos, la ropa o los libros. El Hineinführen en la pregunta no conduce, no induce algosino que guía, conduce hacia la experiencia, el alumbramiento o la producción de la pregunta. Pero como nada debe dictar la pregunta, ni precederla en su libertadel Führen es ya cuestionante. Previene, es un pre-venir ya cuestionante de la pregunta (ein fragendes Vorangehen), un pre-cuestionamiento, ein Vor-fragenSi nada precede pues a la pregunta en su libertad, ni siquiera la introducción al cuestionamiento, entonces el espíritu de la guía espiritual (geistige Führung) del que hablan tanto el Discurso del Rectorado como la Introducción a la metafísica se puede interpretar, de parte a parte, como posibilidad del cuestionamiento. Responde y corresponde a esta posibilidad. A menos que ésta ya no le responda o corresponda, en los vínculos y obligaciones, o incluso en las alianzas de una correspondencia semejante, como en el ejercicio de esta corresponsabilidad. Este discurso sobre el espíritu es también un discurso sobre la libertad del espíritu.
Y puesto que nada lo precede, lo ductivo espiritual no tiene ductor; rompe así el círculo de la reflexión vacía que amenazaba a la pregunta por el ser en su formulación fundamental: «¿Por qué hay ente y no más bien nada?» Esta era la primera frase del libro. La máquina reflexiva corría el riesgo de girar sobre sí misma al infinito con la pregunta por la pregunta: ¿por qué el por qué? etc. Heidegger habla más bien de un salto (Sprung) de la pregunta. El salto hace surgir, libera el surgimiento originario (Ursprung) sin que tenga que introducirse en la pregunta nada más que una guía ya cuestionante: el espíritu mismoÉste despierta, se despierta antes bien -más bien antes- desde la Vor-fragen de la FührungNada hace presagiar esta potencia de despertar, en su libertad y su resolución (Entschlossenheit). Lo que viene antes y delantelo que previene y pregunta ante todo (vor), es el espíritu, la libertad del espíritu. Como Führerestá en camino, delante, en vanguardia, antes que cualquier política, cualquier psicagogía, cualquier pedagogía.
Pero, honestamente, debemos precisar: en el momento en que corre el riesgo de poner esta temática de la Führung al servicio de una política determinada, Heidegger da a entender que rompe por adelantado con dicho servicio. En su esencia espiritual, esta libre guía no debe dar lugar a ningún seguidismo, no debe reconocérsele ningún séquito, ningún seguidor, ninguna Gefolgschaftninguna agregación de discípulos o de partidarios. Naturalmente puede extenderse al Partido lo que Heidegger dice, para excluirlas, de la Escuela como escolástica, aprendizaje técnico o formación profesional. Sin duda no es fácil entender lo que puede significar una Führung que manda, exige o dirige sin séquito, obediencia o audiencia de ninguna clase. Por espiritual que sea, se dirá, deberá ante todo guiar. Evidentemente, contestaría Heidegger, pero si no es fácil entenderlo, es porque seguimos prisioneros de una lógica del entendimiento y no accedemos a esa libertad de la escucha, a esa fidelidad o a esa modalidad del seguir que no tendría nada que ver con el seguidismo de la GefolgschaftTal vez. Por otra parte, si no se reduce demasiado a sus modalidades discursivas o a sus enunciados interrogativos, este preguntar pertenece de parte a parte, es decir esencialmente, a la voluntad y a la voluntad como voluntad de saber. «Fragen ist Wissen-wollen».[xl]
Todo esto reconduce la Einführung... al Discurso del Rectoradoy de nuevo a la temática de la resolución (Entschlossenheit)Ésta juega un papel decisivo, en realidad el de la decisión misma en Sein und ZeitEl párrafo que define el preguntar como voluntad de saber, recuerda también que la voluntad misma es un «estado de resuelto» (Entschlossensein).
Si en apariencia al menos, la apariencia de un tono menos enfático, la Einführung... comienza por marcar una retirada política con respecto al Discurso del Rectoradopropone en realidad una especie de diagnóstico geopolítico del que todos los recursos y todas las referencias pertenecen al espíritu, a la historialidad espiritual, con sus conceptos ya probados: espirituales son la caída o la decadencia (Verfall), espiritual es también la fuerza.
Geopolítica, por tanto: Europa, Rusia y América aparecen citadas, lo que sin duda quiere decir todavía únicamente Europa. Pero la dimensión sigue siendo realmente geopolítica. El pensamiento del mundo se determina como pensamiento terrestre o planetario.
Heidegger denuncia por tanto una «decadencia espiritual» (geistige Verfall). Los pueblos están en trance de perder sus últimas «fuerzas espirituales». Esta última expresión aparece frecuentemente. El Verfall del espíritu sólo puede pensarse en relación con el destino del ser. Si la experiencia del espíritu parece, en el preguntar, proporcional al «peligro», el pueblo alemán, «nuestro pueblo», ese «pueblo metafísico» (das metaphysische Volk) por excelencia, es a la vez el más espiritual (cosa que Heidegger precisará claramente más adelante, al hablar del idioma) y el más expuesto al peligro. Pues está atenazado,[xli] en medio (in der Mitte) entre sus vecinos europeos, Rusia y América.[xlii] Él tiene la responsabilidad de la «gran decisión» (die grosse Entscheidung), que comprometerá el destino de Europa, el despliegue de «nuevas fuerzas espirituales a partir de ese centro» (neuer geschichtlich geistiger Kräfte aus der Mitte)Énfasis, emphasisla palabra «espiritual» aparece, una vez más, subrayadaa la vez para marcar que ahí se encuentra la determinación fundamental de la relación con el ser y para conjurar una política que no fuera del espírituSe requiere un nuevo comienzo. Este comienzo es requerido por la pregunta «Wie steht es um das Sein?»,¿qué es lo que pasa con el ser? Y este comienzo, que es en principio un recomienzo, consiste en repetir (wiederholen) la historialidad espiritual de nuestra existencia (Anfang unseres geschichtlich-geistigen Daseins). El «nosotros» implícito en ese «nuestra»...,es el pueblo alemán. Me he precipitado hablando de un diagnóstico geopolítico donde el discurso no es ni el del conocimiento ni el de la clínica o la terapéutica. Pero la geopolítica nos trae de vuelta de la tierra y del planeta al mundo, y al mundo como mundo del espíritu. La geopolítica no es otra cosa que una Weltpolitik del espíritu. El mundo no es la tierra. Sobre la tierra sobreviene un obscurecimiento del mundo (Weltverdünsterung):[xliii] la huida de los dioses, la destrucción de la tierra, la masificación de los hombres, la preeminencia de la mediocridad.

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