Investigación «con finalidad rentable»
La culminación de la idea supone, en efecto, lo que Kant llama un esquema (Schema), una figura, una diversidad y un ordenamiento de las partes, que sea esencial al todo y determinable a priori según el «principio del fin» (aus dem Princip des Zwecks). Se parte del fin, como en toda totalidad orgánica. Cuando ese esquema no procede del fin como fin capital (Hauptzweck) de la razón, cuando ese esquema continúa siendo empírico y queda a merced de accidentes imprevisibles, no ofrece más que una unidad «técnica» y no arquitectónica. La elección de estas palabras tiene su importancia. «Técnico» significa, aquí, el orden del saber como saber-hacer; éste ajusta sin ningún principio una multiplicidad de contenidos en el orden contingente en que se presenta. Siempre se pueden construir instituciones según esquemas técnicos, con una preocupación de rentabilidad empírica, sin idea y sin arquitectónica racional. Pero lo que nosotros llamamos ciencia, dice Kant, no puede fundamentarse técnicamente, o sea, fiándose de las semejanzas o de las analogías de los elementos diversos, incluso en función de las aplicaciones contingentes que se pueden hacer de la ciencia. Lo que se llama hoy, especialmente en Francia, la finalisationr de la investigación da lugar a la construcción de instituciones reguladas en función de las aplicaciones rentabilizables y, por tanto, diría Kant, en función de esquemas técnicos y no arquitectónicos. Esta distinción entre lo técnico y lo arquitectónico parece así recubrir en buena medida la distinción entre investigación «con finalidad rentable» [finalisée] e investigación «fundamental». Lo que no quiere decir que tal distinción no encuentre, llegado un cierto punto, su límite.[xi] Si se puede distinguir entre una idea del saber y un proyecto de utilización técnica, entonces debemos continuar proyectando instituciones conformes a una idea de la razón. La interpretación heideggeriana del Principio de razón sitúa a éste del mismo lado que a la técnica moderna; por consiguiente, viene a limitar, si no a discutir, la pertinencia de la distinción kantiana entre lo técnico y lo arquitectónico. No deja de ser verdad que un cierto más allá del Principio de razón, tal como es interpretado por Heidegger, siempre puede encontrarse recargado de «finalidad». Esto exigiría refundir toda la problemática, incluso la «idea» de problema, de ciencia, de investigación, de episteme y de idea. No quiero entrar aquí en esa discusión.
CÁTEDRA VACANTE: CENSURA, MAESTRÍA Y MAGISTRALIDAD*
Jaques Derrida
En Du Droit à la Philosophie, París, Galilée, 1990. Trad. esp. Grupo Decontra, en Jacques Derrida, El lenguaje y las instituciones filosóficas, Barcelona, Paidós, 1995». Edición digital de Derrida en castellano.
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